He estado leyendo por una de mis clases que se llama, "El Ministerio de la Palabra". Las obras que tenemos que leer en esa clase son muchas veces buenazas. Ahorita estoy leyendo un libro llamado "Llamado al Ministerio" por Dr. Edmundo P. Clowney. Bueno, en ello, escribe él:
"No te exijas una respuesta hoy. No puedes programar una computadora para calcular tu potencial para el ministerio de Cristo. Tú tienes que vivir la respuesta. Tu conversación con un mochilero esta tarde, tu oración por el poder del Espíritu de Dios esta noche, tu visita con un paciente soletario en el hospital, éstas son las etapas de crecimiento a la madurez en Cristo. La llamada a ser mayordomo se encuentra en ser mayordomo. Al siervo que es fiel en lo poco el Señor entrega mucho. Se limpia el pámpano que da fruto para que dé aún más fruto.
"Para pasar por alto de tu llamamiento, sígue este programa de tres puntos: presume que empiece en el futuro, decide que no sepas lo que sea, y siéntate para esperar el llamamiento del Señor.
"No. El ya te ha llamado -- a ser cristiano. Cumple aquel llamamiento con todo tu corazón y aprenderás en su tiempo cuál ministerio es el tuyo."
Sí es cierto lo que Dr. Clowney dice. Muchas veces en mi vida me he enfocado no en el ministerio que Dios tuviera para mí en el momento sino en lo que pensaba que fuera, o me he preocupado en si de verdad me ha llamado, o no, o sí, o no, o sí .... hasta que ya basta. Pero no es así. Dios nos ha llamado a todos los cristianos venir a él, a seguirle, y a servirle en los sitios donde los haya puesto. Me he dado cuenta que estoy llamado a hacer las cosas que Dios me haya dado en el instante, y no en el futuro. ¿Y qué me ha dado para cumplir ahora?
Pues, estudiar su palabra bien en preparación para ser pastor a su rebaño mientras (y después) que esté en el seminario. Segundo, me ha dado una iglesia con muchas necesidades y oportunidades para servir a mis hermanos. Tercero, me ha dado amigos en el seminario, en mi casa, y en mi trabajo, que necesitan el amor de Dios a través de mis manos también. No me hace nada bueno de pensar en un ministeiro pasado (el Albergue) o futuro (como misionero), sino enfocarme en lo que él tenga para mí, no sólo como ministro de su palabra sino en cualquier papel que me haya dado.
Me es difícil. Pero justo y necesario. A él sea toda la gloria.